Como padres debemos enseñar a los niños valores como el respeto, la empatía y la tolerancia a la frustración.

Como orientadora escolar cada día veo más de lo que me gustaría la ausencia de valores en los niños de hoy.

Yo creo que muchos niños si tienen estos valores sin embargo hay una minoría que tienen los contrarios como falta de respeto, niños egoístas que intimidan a otros para conseguir lo que quieren, mentirosos y manipuladores.

Debemos entender en qué mundo vivimos. Existe un presente y es el que tenemos. Ni mejor ni peor: diferente. Antes eran las peleas de pandillas y las notas amenazantes en la mochila. Ahora, las peleas en el chat de una red social. Antes se escondían las revistas ‘para adultos’ bajo el colchón. Ahora, observan escenas ‘subidas de tono’ en los vídeos musicales (a veces, a escondidas).

En ese aspecto, nada es muy diferente, ha cambiado el entorno y los vehículos de transmisión de la información. Sí, ahora la avalancha de información es mayor, y los controles parentales más complejos. Pero además, lo que sí está cambiando, desgraciadamente, es el uso de la única herramienta que de verdad guía a nuestros hijos por un camino ético y adecuado: los valores.

Sí, por mucho que nos duela reconocerlo, el problema de los niños de hoy en día es la ausencia de valores.

¿Y os preguntareis: por qué son tan importantes los valores?

“Alguien con valores, a pesar de sus tropiezos, sus dudas, su curiosidad hacia algunas ‘tentaciones’, al final, sabrá continuar por buen camino”

Los que ahora tenéis hijos, observáis que algo empieza a fallar en vuestros hijos: una escala de valores. Algunos niños no saben ni qué es eso. ¿Qué es perseverancia? ¿Qué es empatía? ¿Respeto? ¿A quién? Nos perdemos entre tanto ‘derecho del niño’, tanta libertad, tanta demagogia… Y además no tenemos tiempo. Tiempo para hablar de verdad con ellos, para interesarnos por lo que piensan, lo que sienten… Tiempo para jugar con ellos (si, los padres pueden y deben jugar con sus hijos).

Por todo esto os dejo unas recomendaciones que nunca deben faltar:

  • Proponer discusiones familiares

 Sobre los grandes temas que son verdaderamente educativos y ayudan al desarrollo de una personalidad plena y equilibrada: tolerancia, educación, drogas, sexualidad, abuso de las tecnologías, situaciones de acoso escolar….

No os centréis únicamente en los aspectos formales de la organización familiar- horarios, teléfono, móvil, orden, limpieza, dinero, internet…

 

  • Mejorar la comunicación familiar

Si queremos mejorar la comunicación familiar conviene dejar de lado el control – que no la vigilancia- en temas como los amigos, el estado de la habitación, la ropa…

El control implica desconfianza en los hijos y justamente debemos hacerles sentir lo contrario:

“Hacerles saber que confiamos en ellos, que deben tomar sus propias decisiones y aprender de sus errores”

 

  • Utilizar diferentes tácticas

Es mejor utilizar frases en primera persona, cambiar el ‘tú’ por el ‘yo’, manifestando lo que nos preocupa a nosotros y no juzgándolos a ellos, sino las conductas que sean inadecuadas;

Tenemos que aprender a decir: «no»; a expresar lo que nos desagrada; y a ofrecer disculpas.

Los enfados deben expresarse de forma breve.

 

  • Ofrecer incentivos para mejorar

Algunos indicadores como las malas notas, faltar a clase, conductas agresivas… indican la existencia de una baja autoestima.

No os quedéis con la conducta en sí misma, esta siempre es el resultado de un problema mayor que está encubierto y que puede necesitar de ayuda profesional.

En http://http://www.remontapedagogia.es/asesoria-pedagogica/podemos ayudarte.

 

  • Hacer una lista con las cualidades de vuestros hijos

 No hablar mal de ellos, ni compararlos con otros chicos/as. Cada hijo es único y hay que saber explotar las potencialidades de cada uno.

La comunicación mueve montañas así que dedicarles tiempo y ayudarles a que expresen sus sentimientos, esto os ayudará a mejorar la comunicación familiar.

 

Para dialogar con los adolescentes conviene elegir el momento y el lugar adecuado. El clima debe ser relajado para favorecer la comunicación. Los gritos, los insultos, las amenazas… nos llevan a la defensa y al ataque, dificultando seriamente la comunicación.

 

  • Poner límites

Dará gran seguridad a tus hijos y establece hasta dónde pueden llegar. Para ello, tenemos que seguir tres pasos:

  • definir el problema;

  • fijar claramente lo que vamos a hacer;

  • y pactar las consecuencias y que se cumplan.

Un ambiente disciplinado, establecer costumbres y rutinas diarias, como hacer las comidas y las cenas compartidas y relajadas, nos ayudará bastante a la hora de comunicarnos con nuestros hijos y de establecer normas y límites.

Y para que no quede duda, aquí tienes una lista con los valores que siempre deben reinar en el hogar:

 

Respeto. Y aquí no hablo de tener miedo a los padres. Respeto, que no miedo. No se trata de usar el castigo físico. El respeto se consigue con vínculo, con ejemplo y con respeto. Pero también con normas y límites muy claros. Nada de dudas. Esta es la norma y punto. Los niños verán que sus padres se mantienen firmes en sus decisiones y no perderán credibilidad. Y por supuesto, respeto a los demás. Respeto a sus iguales. Que al fin entiendan ese ‘no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti’. Así de simple. Y sí, padres de hijos ‘chinchones’: el chinchar o molestar constantemente al otro es también una forma de agresión y de falta de respeto. También el insultar y el menospreciar.

 

– Empatía. Es cierto que hay niños que ya de por sí tienen más empatía que otros. Son más sensibles a su entorno. Otros, sin embargo, más introvertidos, se encierran más en su mundo. Pero la empatía puede fomentarse. Utiliza mucho la comunicación. Pero la comunicación de emociones. Tal vez, las personas con poca empatía es porque tengan en el fondo un problema para reconocer y canalizar las emociones. Practica y ejercita la inteligencia emocional. Sí, tu hijo debe enfrentarse a todas las emociones: debes dejar que esté triste, que esté enfadado, que se sienta frustrado, que tenga miedo y por supuesto, alegría.

 

Tolerancia. Tu hijo no vive solo en el mundo. Debe aprender desde pequeño a convivir con el resto. La tolerancia y respeto a las diferencias (sí, también opiniones) es esencial. Seguro que muchas veces tu hijo salió del colegio quejándose de algún compañero por su forma de ser. Bien, ahí entras tú. Si la queja no es por un comportamiento agresivo, si es solo porque no le gusta cómo juega o cómo habla…si es porque no le gusta su forma de explicar las cosas… ahí estás tú para explicarle que es un deber respetar la forma de ser de los otros. Sin más.

 

Coherencia. No puedes exigir algo a tus hijos que tú no cumples. O pedir una cosa y al día siguiente otra totalmente diferente. Usa el sentido común.

 

Sinceridad. Si eres el primero que miente a tu hijo, él entenderá que la mentira es algo aceptable. Ante todo, debes conseguir que entienda que la sinceridad te hace sentir bien contigo mismo y con los demás. También te ayudará a ganarte respeto.

 

– Gratitud. Ser agradecido ayudará a tu hijo a potenciar la amistad y a que le valoren más. Y ya sabes que la mejor forma de inculcar este valor es el ejemplo. Puedes sugerir a tu hijo que empiece a agradecer a sus amigos lo que hacen por ellos mediante dibujos, mensajes de agradecimiento… Verás el resultado que tiene.

 

– Humildad. Muchos de los problemas de hoy en día, relacionados con la violencia infantil, tienen que ver con la prepotencia, la falta de humildad. Son niños que o bien quieren llamar la atención de forma desesperada por una ausencia tremenda de cariño, o porque han sido tan sobrevalorados y sobreprotegidos, que se creen de verdad por encima de los demás. Cuidado. Nadie es más ni menos. Y todos cometemos errores. La grandeza está en saber reconocerlos, que nada tiene que ver con agachar la cabeza en absoluta sumisión. Es lo que tu hijo debe entender.

 

Sin duda, existen otros muchos valores importantes: el esfuerzo, la perseverancia, la paciencia… Todos son importantes. Pero tal vez, para la convivencia con los demás, los que he resaltado, sean los más esenciales.

 

No esperes que el colegio se encargue de todo esto. No son ellos. Eres tú. Tú el que debe enseñar a tu hijo a respetar, a tolerar y a mostrar empatía hacia los demás. Cuando son pequeños, puedes utilizar el juego. Juega con él y enséñale mediante los juegos algunos valores.

 

Cuando sean más mayores, aprovecha el vínculo que has creado desde que era pequeño. Ellos te admiran, te quieren y no quieren defraudarte. Enséñales con el ejemplo y tendrás mucho camino hecho.

Carmen Bouzas

Pedagoga