Muchos padres viven con ansiedad el silencio de los hijos; se preocupan si creen que les ocultan algo. Pero padres y madres tampoco lo cuentan todo, tienen sus áreas de privacidad. Y las razones de los silencios de ambos no son muy diferentes.

Aunque cada chaval y cada entorno familiar es diferente, lo habitual es abordar la comunicación familiar desde la preocupación que suscita en padres y madres la aparición de la intimidad, los silencios o las ocultaciones a medida que los niños crecen y entran en la adolescencia. “El miedo excesivo de los padres, la desconfianza, ahuyentan la comunicación; el adolescente detecta la ansiedad de los padres por saber sus cosas y si lo vive como una intrusión se cierra, provocando más incomunicación”

 Sin embargo, la reserva que muestran la mayoría de hijos tiene que ver con la aparición de la intimidad al acercarse o llegar a la adolescencia y difiere poco de las reservas que mantienen los padres sobre lo que consideran su privacidad o sus secretos personales. 

Las principales razones son las siguientes: 

1- “No me entienden”
Muchos adolescentes están convencidos de que sus padres son incapaces de ponerse en su piel y no entenderían lo que pasa por su cabeza o lo que sienten. En realidad, lo que ocurre es que el adolescente a veces no se entiende ni él mismo y precisa sentirse incomprendido para compararse y valorarse.

 

2- “Se   enfadan”
Con frecuencia los hijos no cuentan cosas porque piensan que serán sancionados por ello o que les impondrán prohibiciones y les recortarán libertades. Muchos ven en el silencio una salida para no tener que escuchar broncas ni sermones o ser sometidos a un interrogatorio.

 

3- “Por vergüenza”
Algunos chavales prefieren no compartir conductas o sentimientos con sus padres por temor a ser ridiculizados, por pudor y falta de confianza, o porque no quieren ser juzgados por ellos.

 

4- “No me toman en serio”
Otra de las razones para no hablar de su vida privada es que sus padres restan importancia a sus emociones, le responden con que no piense en tonterías o que todavía es muy pequeño.

 

5- “Para que no se ­entrometan”
Algunos hijos levantan barreras de privacidad porque quieren hacer cosas por ellos mismos o para evitar que sus padres se apresuren a ofrecer una solución a sus problemas, hagan críticas precipitadas a sus decisiones, o intervengan en los conflictos o relaciones con sus amigos.

 

6- “Son unos indiscretos”
La falta de discreción de los padres es otra de las razones que añaden los jóvenes para no confiarles cuestiones que consideran íntimas o privadas. Hay padres que no dan relevancia a la intimidad de sus hijos y comentan las confidencias que les han hecho con otros miembros de la familia, con compañeros del trabajo, con amigos…

 

7- “Para no preocuparles”
A veces los silencios de los hijos son un intento de proteger a los padres de un disgusto, bien porque se sienten culpables de haber hecho algo que no debían, bien porque los ven frágiles o estresados. A veces también ocultan sus propias tristezas o las discusiones con los amigos “para no causarles pena”.

 

8- “Para no decepcionarles”
Hay jóvenes que no cuentan a sus padres todos aquellos aspectos de su vida que puedan enturbiar el concepto que tienen de ellos, la imagen de hijo idílico, responsable o decidido.

 

9- “No tengo confianza”
Hay chicos que consideran que la comunicación con sus padres está restringida a los grandes problemas y los grandes discursos y no tienen confianza para hablar de lo que consideran intrascendente.

 

Los adolescentes son muy sensibles a las actitudes que se muestran hacia ellos y una forma de reconocer sus aspectos adultos e ir construyendo una nueva relación adulta con ellos es hacerles participar de los asuntos de la familia. A veces esos silencios de tu hijo que tanto te preocupan sólo significan que no tiene nada qué decir, que todo está todavía demasiado desordenado y mezclado en su cabeza. Otras veces, callan por vergüenza, “por el temor a ser ridiculizados en las incipientes capacidades de adulto o descubiertos todavía como un niño, o por la culpa y el miedo a decepcionar o a ser agredidos por ello”

Aunque la intimidad es irrenunciable, quizá los padres, además de desviviros por vuestros hijos, deberíais comentar vuestros sentimientos y aconteceres, abriros más a vuestros hijos desde la sinceridad, explicarles algunos sinsabores, miedos, dudas… y dar un primer paso que facilite posteriormente el de los hijos hacia una relación de confianza. Y para aquellos que temen desmontar su imagen de referente o perder autoridad recordad que “todos los padres defraudan a los hijos en algo, y viceversa; es así, debe de ser así; de esta forma las nuevas generaciones han de andar su propio camino”.

 Cómo ves, ya no sirve decir que no sabes lo que le pasa a tu hijo, así que ha llegado el momento de dar el primer paso y acercarte a él porque no llegas a imaginar lo importante que eres para él, solo es cuestión de tiempo y de ganar posiciones.

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