Para que un niño pueda desarrollar una sana autoestima es fundamental que los padres acepten incondicionalmente a sus hijos, que tengan expectativas claras y aterrizadas de sus capacidades y que se desenvuelva en un ambiente de respeto y valoración.

La gran mayoría de los padres queremos que nuestros hijos crezcan y se desarrollen plenos y felices. Sin embargo, muchas veces tenemos conductas o actitudes dentro de nuestra vida cotidiana que sin querer ni darnos cuenta, van dañando la autoestima del niño. La autoestima es lo que una persona se dice sobre sí misma y está vinculada a sentirse querido, acompañado y a ser importante para otros y para sí mismo. Que un niño tenga una autoestima negativa obstaculiza su desarrollo ya que genera sentimientos de incompetencia, de ser poco valioso y poco querible.  Los primeros años de vida son fundamentales para formar una sana autoestima y la imagen que transmiten los padres a sus hijos es crucial para ello.

Algunos errores frecuentes que cometemos involuntariamente los padres y que afectan a la valoración personal de su hijo son:

1. Exigir de un modo poco realista según las capacidades y edad del niño. Algunos padres quieren desarrollar al máximo el potencial del niño, pero someten al hijo a una presión muy fuerte, que probablemente va más allá de lo que él puede hacer en estos momentos. Esto lo lleva a sentir que nunca cumple con las expectativas de sus padres. ¿Cómo podrían actuar? Es bueno valorar el interés y curiosidad del propio niño por aprender, pero no es recomendable “perseguirlo” para que siga aprendiendo en todo momento. Es necesario plantear exigencias y expectativas realistas y no sobreexigirlo.

2.Intolerancia a los errores. ¿Qué se debería hacer? Mostrar que equivocarse es natural y no significa fracasar, enseñándole que los errores pueden ser una fuente de aprendizaje. Además, darle a entender que haga lo que haga le siguen queriendo y que el afecto de sus padres es incondicional, a pesar de sus errores. Esto no significa que tengan que aceptar todas las conductas. Se puede poner límites a la mentira, pero sin hacer que ello signifique que se sienta criticado como persona.

3.Falta de valoración de los logros. Cuando un hijo suspende recibe muchas críticas de que no estudió lo suficiente. Sin embargo, cuando llega a casa con un 7, no le dicen nada porque piensan que así es como deben ser las cosas. ¿Qué se puede hacer? Valorar las buenas acciones, desde pequeños detalles como “hiciste muy bien la cama” hasta sus grandes logros “Felicitaciones, te fue muy bien en la prueba, estamos orgullosos de ti”.

 4. No valorar el esfuerzo. No deshagas todo el trabajo hecho por tu hijo y vuelvas a hacerlo tu misma para que quede cómo a ti te gusta. El aprendizaje es un proceso que requiere de tiempo y práctica. Los adultos debemos ser pacientes y esperar que los resultados se vayan dando gradualmente, valorando el empeño, las ganas de lograrlo y la dedicación que el niño pone, más allá de si el resultado obtenido es o no el óptimo.

5. Desvalorización de las capacidades y de los comportamientos. Es bueno mostrar al niño que se comprende lo difícil que puede ser el desafío como por ejemplo estar más tranquilo en algunos momentos. Junto con ello hay que confiar en las capacidades del niño, mostrarle que sus padres saben que va a aprender a calmarse en las situaciones que se precise. Disminuir la crítica, centrándose en la acción y no en el niño. Por ejemplo, es mejor decir: “ahora es el momento de estar sentado tranquilo para comer” en vez de: “¡mira que eres porfiado, ya rompiste el plato!”.

6. Comparaciones constantes desarrollan sentimientos de inferioridad.¿Qué se puede hacer? Poner el foco en el proceso del propio niño e ir haciéndonos conscientes de sus propios avances y logros, independiente de lo que sean capaces de realizar los niños que la rodean. Debemos comprender que cada niño tiene su propio ritmo y su propio perfil de habilidades y competencias, por lo que compararlo con otros no le ayuda en absoluto.

7.Etiquetar a los niños. Evitar decirle “eres pesado»… decirle, “no puedes quitarle los juguetes a tu hermana, deber esperar tu turno”. Así el énfasis se pone en la acción a corregir y no en la debilidad de la persona. Decirles que «son» cierta cosa ( flojos, mentirosos, llorones) sólo los hace afianzarse en ese rol. Por ello es fundamental poner el acento en el cambio esperado y felicitar cualquier pequeño avance en esa dirección.

8. Hacerles las cosas que deberían hacer ellos. Al final, el niño siente que no es capaz de hacer las cosas por sí mismo y siempre espera que alguien las haga por él, desentendiéndose de su responsabilidad en ello. Los padres deben entender que su tarea es acompañar y ayudar al niño en su desarrollo, no reemplazarlo o hacerlo por él. Pueden recomendarle soluciones, pero deben dejarlo intentarlas por su cuenta y equivocarse, por doloroso que sea verlo. debe dejarlo que asuma las consecuencias de su conducta.. A medida que el niño crece, debes ir cediendo espacios de independencia cada vez mayores.

Si te resulta muy difícil evitar estos errores en remontapedagogia.es, te ayudaremos a conseguirlo.

Mucha suerte.